Una docena de consejos para librarte de los trolls
Hay quien dice que si no tienes un troll no eres nadie en internet. No diría yo tanto… La verdad es que la primera vez siempre sorprenden y lleva su tiempo acostumbrarse a ellos como parte del paisaje cotidiano de quienes trabajamos o pasamos nuestro ocio en la red.
A un troll se le puede llegar a tener hasta cariño… os lo juro, que a mí me ha pasado… Hasta una vez, alguien se me presentó diciéndome: “hola,
yo soy tu troll”, momento en el cual dejó de serlo porque si algo caracteriza a un troll es el anonimato. Si no es anónimo, podrá ser un individuo pesado o un maleducado, pero no
es troll.
Otra de las características inherentes al troll es su insistencia y su cansinismo y su regusto por temáticas ajenas a las planteadas, sus ganas de
provocar al personal. Esto, aunque a ti no te moleste, puede que a tus lectores o a otros comentaristas del foro, blog o redes sociales, sí que les resulte incómodo, por lo que
conviene librarse de los trolls para que tu vida internetera recupere la normalidad… ¿o quizás no?
No hay una regla única para combatir al troll: cada maestrillo tiene su librillo. Así que me he puesto en contacto con algunos maestros, que no maestrillos, de internet, personas que desarrollan su trabajo online o que tienen un blog reputado, que gestionan redes sociales (suyas o de empresas) para que nos cuenten cuáles son sus consejos para enfrentarse y/o librarse de los trolls:
2.0 Polymath – Profesional bilingüe de comunicación y marketing online y marca personal. Profesor, consultor, conferenciante y autor de #DeTwitteralCielo
No provoques innecesariamente con comentarios ácidos, sectarios o insultantes. No hay nada que atraiga más a ciertos trolls que el sectarismo, en especial en determinados temas como política o religión. Sólo si expresas tus opiniones desde el respeto estarás después en disposición de exigir el mismo respeto a los demás. Usa tu libertad de expresión con tacto y si a pesar de ello te trolean bloquea sin miramientos: los trolls no merecen la pena.
Abrí un blog Cosas que (me) pasan y acabé publicando un libro “Cosas que le pasan a una madre SIN superpoderes“. Entre medias descubrí que no tenía un blog…el blog me tenía a mi.
Es imposible no tener trolls en el blog. Bueno, la única posibilidad de no tener trolls es que no te lea nadie o en su defecto sólo te lea tu familia y tus más allegados… aunque ésta última posibilidad no garantiza nada. La tentación de decirte algo picajoso, o comentar como anónimo algo ofensivo en un momento de cabreo es poderosa. Si, ya claro… “mis amigos no me harían eso”, “Mi familia no es así”. Y Hello Kitty existe.
Por tanto la única manera de no tener trolls es escribir un cuaderno. Más seguro pero menos real. Los trolls existen porque son el riego que hay que correr por tener un blog. Igual que te pueden tocar una tortilla de patata incomible, una caña mal tirada o un camarero maleducado en un bar. Los trolls existen porque tienen que existir, y porque es fácil serlo.
Ser un troll es fácil y da una falsa sensación de poder. Para intentar (no digo que se consiga) no cabrearse con un troll, hay que pensar siempre que lo que ese comentarista quiere es que te cabrees. ¿Vas a darle el gusto o pasar? Si vas a cabrearte y darle cancha, hay que bajar al barro. Si hay que trolear se trolea.
Si vas a pasar o intentarlo, lo mejor, lo que a mí me funciona es imaginar a ese comentarista de la manera más desagradable posible. Solo, con la camisa amarillenta, una luz pobre frente a un ordenador al que no llega nada… con los ojos inyectados en sangre pensando en como hacer comentarios hirientes con los que intentar salir de su insignificancia.
¿Es mejor pasar de ellos o bajar al barro? Pues depende de las ganas que tenga, del humor y de como sople el viento.
Ah… y un troll jamás dice nada útil, ni gracioso.
Evitarlos es imposible…siempre hay alguna vez en que te descuidas y salpicas a un gremlin bueno.
Social Media communication-hard-worker-creative-strategist. Now joining @ThePlanCompanyIn love with life!
Prejuzgado a tope. Me dedico a currar como si no hubiera un mañana y a estar de viaje por curro. Tengo mucho ego, pero lo controlo. Y, ya en serio, uno de los fundadores de esta cosa, escribo en otros tantos sitios más y me dedico a hacer estrategias de redes sociales de manera más o menos decente.
La mejor manera de librarse de ellos es no provocarles y, en caso de recibirles, identificarles correctamente porque muchas veces se confunde un troll con una persona normal que tiene ganas de dar guerra, pero que no rehuye un buen debate en el que haya argumentos.
Si quieres identificarles, lo mejor es usar la ironía. Si la usas y reculan, no es un troll, sino lo que vulgarmente se conoce como un tocacojones que te dará guerra pero con quien podrás debatir con bastantes desacuerdos, pero siempre desde el respeto. Lo que no quita para que alguna vez os saquéis de vuestras casillas mutuamente o te quedes con ganas de darle una guasca que le salten los dientes.
Si con la ironía te responde cosas del tipo y los EREs qué, algún que otro etarra o facha o los muertos del comunismo o del nazismo, estás ante un troll de libro (lo siento, pero los trolls son más de extrema derecha que de extrema izquierda, aunque usan los mismos argumentos) lo mejor que hay que hacer es ignorar y, en caso de que llegue a mayores, bloquear.
Seamos sinceros: bastante tenemos nosotros con nuestros déficits afectivos como para soportar los de los demás.
El Agorante Aberrante – Mr. Lugosi. Uno y trino. Aprendiz de Consultor de Comunicación. Si no te veo, te leo.
Los trolls son como los Gremlings los hay buenos (aunque parezcan malos) y los hay malos (eso sí, los malos siempre son malos-malísimos) y también tienen como éstos sus reglas, algunas comunes.
Yo creo que podría resumir las reglas a seguir en dos principales:
Regla número 1: un Troll como todo ser vivo necesita de cuidados. No sirve de nada si no le hacemos caso o le tratamos de mimetizar con el entorno; y tampoco es muy útil seguir su juego y acabar repartiendo notoriedad directa o indirecta. Esto es como las siete y media, ni mucho ni poco cuidado. Ni que se sienta aislado ni tampoco demasiado presente porque hay que partir de la premisa que te guste o no siempre va a estar ahí.
Regla número 2, la más importante: nunca des de comer a un Troll a partir de media noche. La noche para el Troll es su momento. Esta científicamente demostrado que el Troll escupe comentarios siempre de madrugada y a saber en qué estado. Nunca lo contestes ni provoques a esas horas aunque estés conectada.
Especialista en Marketing y Publicidad, PR y mejorado si lo mezclamos con SM. Curranta en @beeSocialTeam y mamá. Me gusta aprender y compartir. #SWMurcia
En Facebook cuando una persona solo quiere molestar o es un luchador moral que no tiene en cuenta ni las formas ni el resultado directamente lo bloqueo.
Es más pongo un filtro de palabras prohibidas como el nombre de la competencia o “puta”, “mierda”, “cabrones”… así evito muchos comentarios de estos personajes. Se les ve a la legua,
que solo quieren molestar y hacer daño.
En Twitter es más complicado, el bloquearlos hace que le digas directamente que no te interesa lo que te cuenta, no tienes intención de escucharle, y lo
cabrea más, acaba cansándose porque su intención es esa, nombrarte y que le escuches!
Este tipo de situaciones son complicadas para las marcas, creo que lo mejor es no dar coba a la persona que no está dispuesta a ser constructiva y no
espera una mejora, solo quiere fastidiar. Trolls venid a mi, que os espero con los tapones puestos.
Director Creativo. Early Adopter compulsivo. Docente de Marketing Online. Hago lo que más me gusta. Ayudar a las empresas a transformar ideas en realidades
A nivel corporativo, primero habría que determinar si es un troll, o la falta de respuesta o argumentos de parte nuestra, es lo que ha ocasionado que un simple cliente descontento se transforme en troll.
Muchas de las crisis, se originan por no haber atendido con la suficiente celeridad una crítica inocente.
Es muy importante antes de establecer una estrategia de presencia en redes sociales, un simulacro de crisis lo más honesto posible, para poder determinar las respuestas hacia las posibles críticas que puedan surgir por alguno de nuestros productos o servicios. Así, jamás nos encontrarán con la guardia baja y podremos argumentar efectivamente nuestras respuestas.
Este proceso de escalado y simulacro, nos servirá también para en caso de aparecer verdaderos trolls con intención de dañar nuestra reputación, poder presentar ante nuestra comunidad, los argumentos y las pruebas necesarias para rebatir su opinión.
Periodista en la Cadena Ser. Los jueves en @eldiarionorte y @eldiarioes. Mirando bajo las alfombras y en los márgenes del mundo.
La principal regla para evitar un ataque de los trolls es no ser Paco Marhuenda. O David Bisbal. A partir de ahí, sólo se puede mejorar. No viene mal tampoco evitar esa moda de abrirse facebook o twitter porque sí. La vida analógica es mucho más interesante de lo que nos quieren hacer creer los community managers: puedes beber cerveza y echarte la siesta. En serio, conozco gente que se arregla con una cuenta de correo electrónico y cuando les hablas de los trolls te miran como si estuvieras enganchado a los juegos de rol. Lo malo que tiene desdeñar las redes sociales es que estás obligado a ver los telediarios para saber qué es lo que está pasando. No se lo deseo a nadie.
De todas formas, en España le llamamos trolls a cualquier cosa. Si alguien nos lleva la contraria, decimos que nos está troleando cuando simplemente nos está llevando la contraria. En España llevar la contraria no es muy recomendable, aunque sea imprescindible: al currela que le levanta la voz a su jefe; se lo ventilan; al juez que quiere investigar fosas de desaparecidos, lo mandan a la puñetera calle; al político que no besa los pies de su secretario general, al cadalso con él. En fin, la tolerancia a la discrepancia en este país es muy baja.
Pero discutir no es trolear a pesar de que nos dé pereza discutir. Y la mayoría de las veces, son eso: discusiones. Claro que queda mucho más socialchachimedia contar que te están troleando, porque, según el Canon Español de las Redes Sociales, si tienes trolls eres alguien y si no los tienes, eres un pringadillo más en el ciberespacio.
Los trolls son fáciles de distinguir. Son los que te llaman “hijo de puta”, “asqueroso” o “payaso”. A esos, que les den. Y con el resto, discutamos.
En proceso de reinvención. Social media, oGov, política y más temas ㋡
¿Por qué me tengo que liberar de los trolls? En ocasiones, no son malos… te hacen estar más atento y tener que mejorar la información de la que disposnes para poder tener argumentos más sólidos.
Dice la Wikipedia que un troll es una persona que manda mensajes provocativos para alterar la conversación. Lógicamente, ese “ser” molesto no sólo intentará
alterar la conversación, también nos intentará alterar a nosotros y ahí es donde debemos decidir qué hacer.
No siempre tenemos que pensar en hacer desaparecer a los trolls, hay que tener paciencia, conocer a nuestros trolls y tratarlos en
consecuencia.
En ocasiones, los trolls buscan llamar la atención y lo único que tenemos que hacer es contestarles y dedicarles tiempo, como haríamos con otro usuario.
Este tipo de perfil, que podemos llamar del ‘troll bueno’, puede animar la conversación e incluso acercanos a perfiles interesantes.
Por otro lado, tenemos a ese troll, anónimos o no, cuya agresividad a la hora de expresar sus opiniones lo hacen
insoportable, en ese caso creo que el mejor consejo es tener paciencia, cuidar tu estómago y no moderte la lengua ni los dedos, que eso duele.
En definitiva, no creo que haya que librarse de los trolls. Hay que conocerlos y extraer de ellos lo que podamos: ya que te dedican su tiempo, intenta
que te sea útil.
Si no nos aporta nada, si el perfil se dedica sólo a repetir mensajes, con el tiempo desaparecerá o disminuirá sus apariciones.
No hay que dedicar más tiempo al troll del necesario pero sí debemos saber responderle si fuera necesario.
Ambientólogo que mezcla el medio ambiente con las redes sociales. Coordino @ambientenet y mi plan B.
En los blogs de ciencia te puedes encontrar, básicamente, dos tipos de trolls: los ecologuays que te van a acusar de estar vendido a las
multinacionales en cuanto el tema sea mínimamente polémico (transgénicos, chemtrails, radiaciones electromágnéticas, etc) y los que vienen a soltar su teoría del todo, su teoría capaz
de refutar a Einstein o han inventado la máquina de movimiento perpetuo.
A los primeros se les suele contestar con la evidencia científica o no contestarles, dependiendo del nivel mostrado. A los segundos, ni caso, no puedes
refutar cosas imposibles
Trabaja en oGov, análisis de redes sociales (#sna), comunicación digital, escucha activa, reputación online… Forma parte del equipo de Autoritas Consulting.
La primera opción es no hacerle caso, siempre en función del nivel de troleo que intente. Es decir, si es alguna píldora de vez en cuando con ignorarlo normalmente funciona y se acaba marchando. Si sube el nivel de insistencia directamente lo hago caer en el silencio no aprobando sus comentarios e incluso prohibiendo su acceso al blog mediante IP. Esta última suele ser la más efectiva ya que se le corta toda posibilidad de acceder y por lo tanto de trolear. De todas maneras para cabrear a un troll no hay como no hacerle caso, por eso desde la posición de ignorarlo a tener que vetarlo el paso es rápido. Lo mejor evitar que pueda llegar a comentar. Ten comentarios moderados y algún sistema que permita vetar el acceso por IP, nombre de usuario o correo electrónico.
Exploradora, curiosa, aprendiz. La historia, la comunicación, prioridad: Las personas.
Me encanta el estilo Audrey Hepbrun: sencillo y elegante. Perfecto para tratar con trolls: sin mancharse de barro y con gran sentido del humor.
El impacto: leer 2 veces y “cambiar de aires” (ordenar un cajón, preparar la comida, bajar al perro, etc.) para bajar el subidón
(taquicardia).
Fase de análisis: averiguar…
La respuesta:
Esta página web ha sido creada con Jimdo. ¡Regístrate ahora gratis en https://es.jimdo.com!